jueves, 21 de octubre de 2010

"Nunca Encontrarás Amor En Barranco"

(...) Ella tenía puesto una gabardina color verde oscuro, muy al estilo europeo "hipster" que se puede ver tanto por estos lares de la Lima moderna romántica. Al salir de su casa no pensaba en otra cosa más que en su hombre, él echado en la cama de ella, durmiendo cual animal disfrutando del ambiente vertiginoso de las sabanas africanas. Pensaba en la gratificante noche que tuvieron juntos, sin roce alguno, sólo miradas y risas, juventud explotada por sentimientos que no llegaron al coito primitivo y fundamental en cualquier relación. No, ellos no. Ellos son distintos, pues se entienden mutuamente. La simbiosis creada entre sus auras putrefactas de amor incondicional hace que su relación funcione de una manera se podría decir, algo interesante. Sí, esas ideas van por su cabeza mientras camina por la vereda rumbo a su tienda favorita de discos. Ella sabe lo que le gusta a él, lo conoce tan bien que no puede fallar en esta ocasión de poder sorprenderlo. Le añade su toque alpinchista al simplemente coger el disco, ponerlo en su cartera, y caminar como si estuviese en el parque más tranquilo de la zona miraflorina donde ella vive cómodamente.

Al caer en la intersección de Benavides con Tarata, decide sacar el disco de su cartera para ver que no hubo error alguno en su hurto juvenil. Pues vio que sí, su acto fue tan celérico que cogió el disco equivocado, era de un grupo Indie Pop esos que tanto suenan allá en la lejana Inglaterra, las nuevas prostitutas del rock genérico moderno que sólo saben venir e irse, así de simple y rápido, tal como suena.

Terminó destrozada y cansada por el viaje, pues equivocarse no estaba en su guión. Pobre de ella, se nota que sufre por querer impresionarlo. Bueno, no es de menos esperar algo así viniendo de alguien cuyo amor no es tan fácil de dominar hacia su pequeño caballero de espada dominante y mirada fulminante.

Al llegar a la casa, triste y afligida, no tuvo otra opción que sacarse la gabardina, tirar sus zapatos de gamuza con taco alto, entre otras huevadas dignas de una mujer parisina, para después tirarse en su cama y abrazar a su hombre. El estruendo creado por el colchón despierta al pobre mancebo, con un mechón de su largo pelo metido en su boca.

- ¿Qué pasó? ¿Qué hora es?
- Son las 11:43 de la mañana, exactamente.
- Veo que llegas de la calle, tus labios están pintados.
- Lo sé, salí a comprar un disco, quería complacerte por lo de ayer. Fue genial, tan tranquilo pero divertido, que siento que lo que hacemos no hace ninguna otra pareja. Somos más que el tejido creado por el lunar más diminuto e insignificante de todo esta constelación estelar. Es por eso que te compré este disco.
- Vaya, salió tu poeta interior. Eso no lo sabía, eres bien elocuente a veces con tus palabras. No sólo tu rostro parece ser fino, después de todo.
- Jajaja, son huevadas, pues así es, no me conoces por completo. Bueno, saquémonos el clavo, nunca nos podremos conocer al cien por ciento. Es demasiado utópico pensar algo así, no está en nuestra naturaleza, el factor sorpresa siempre rige nuestras vidas hasta tener lo último que nos queda por conocer en la palma de nuestra mano.
- Eres inteligente.
- Sólo me gusta ver el sentido común a las cosas. Eso es todo.
- ¿No me dijiste que tenías un disco para mí?
- Sí. Este de Grizzly Bear. Me parece que es muy bueno. Algo me lo dice.
- Wow. No sabes cuánto me gusta este grupo. No sabía que ya habían lanzado un nuevo disco, me sorprendiste. Jaja, en serio, no puedo creerlo. Me encanta. Gracias.


Luego del beso de agradecimiento por parte del iluso compañero, ella no supo cómo reaccionar ante su sorpresa por el aquel desconocido gusto que tenía por ese género musical, bien ella pensando en un prinicipio que lo detestaría desde el inicio. Su rostro cambió por completo luego de aquel "gracias", debieron verlo, era como para reírse. Fue tan clásico pero predecible, pues, esto fue el mero ejemplo de cómo uno no puede conocer por completo a alguien. A Lucía no le quedó otra que sonreir a la par con Alberto, mientras ella se aproximaba a la cocina para cocinarle un desayuno y tratar de saber más de él, claro, solapando el honesto error que cometió hace casi una hora.
(...)

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