domingo, 31 de octubre de 2010

(Es lo mismo, siempre)

La jauría extremista se apodera de nuestro arte,
sus pasos resonantes y de gratificación infernal
vendrán por ti, ya sabes, lo que más sabes hacer
caer, verte sufrir y morir.

Necesito tiempo, Creador, dame la noción esencial del tiempo
te lo pido, pues mi arte es carente de exitencia propia
aquellas manos invisibles no parten del hemisferio opuesto
sino del alma que me llena cuando hago lo que me gusta.

Las calles trágicas ahora son tierras grises de mi amor muerto
y las manos ahora son los pies de la realidad,
nuestra mente decadente ahora sabe la verdad,
quién no desea la muerte después de cometer el pecado de haber amado.

Ahora que caigo y sigo cayendo, veo y sufro pero no temo,
el temor me envolverá en su sábana de tierna sangre opaca
y en menos de un segundo, pensaré como todo el mundo,
cuando yo no soy todo el mundo, sino el mundo soy yo.

Termino en mi destino, el cerrojo de oro se expande formando una silueta
cuya profundidad me encrispaba de nervios
sólo la mano podía extender, y conocer la nada me intrigaba a caminar.
La espera es corta luego de ver los rostros de mis padres, luego llorar.

Ver el viaje de mi vida, nadar entre estrellas, el coctel animoso
me hace sonreir, el nadar me hace sentir el vivir
y así llego al final, cabe mencionar lo trágico que me tocó mirar
mi cuerpo hechado, crucificado, muerto pero no sepultado.

Así pude ver mis años de caminar, reir y siempre llorar
caminé y conocí, mencioné pero nunca pensé
los años del organismo vivo hecho carne, luego pasó la historia llegó a pasar.
Caminé, pero la meta nunca la llegué a trazar.

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