sábado, 31 de diciembre de 2011

Envidio a los que agarran una guitarra y sólo dicen lo que deben decir.
Sólo mencionan lo que saben, sin pretensiones y sin glorias,
sólo quieren contarte una historia.
Yo podría ser uno, como tú también lo podrías ser.
Puedes cantar una nota, mientras yo puedo acompañarla
con sollozos y amalgamas.
Podría intentarlo o morir en el intento de vivir y no haberlo logrado,
y morir.
O tal vez vivir sin contarlo pero haberlo intentado.
De igual manera, el tiempo se me hizo arena
y mis manos siempre fueron pequeñas.

viernes, 23 de diciembre de 2011

El sol se cubre
con la gracia
de mis ojos
casi nulos y cerrados.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Son las nuevas mujeres
que gustan de los extraños.
Son aquellas que se fijan
y se regocijan
en el color y el pelo.
No las entiendo.
Cursiva.
Negrita.
Publicar o no publicar.
Si tu foto es vieja, ahora
el viejo soy yo. Fui viejo
para ella, mientras
lo triste es relevante
y las notas son gotas de pintura
y poemas tontos
sobre el último sueño que tuvo
luego de ingerir dolor.

Son las nuevas mujeres
que me dejaron sus zapatos
para no seguir sus huellas.
Por no querer encontrarlas
guiándome de sonidos y palabras
ahora sigo las tonterías
y las filosofías.
Las filosofías juveniles
ahora las encuentro en tazas
de café, vacías.
Luego de limpiarse la mente
con ventanas y recuadros
de códigos binarios,
ahora les toca sumergirse
en cloacas de sangre insípida
representando amor y odio
por la calle que las parió.

Ellos y ellas, flores e insectos
paisaje meridiano
y el sol es grande, es enorme
como las pupilas
que muestran sonrisas,
entre ellos sólo son libros
y música de ébano,
tan raro como el marfil
enterrado en el perfil
de mis compañeros, frágiles
por vivir.
Mientras yo
no acepto el dirigir
ni menos el elegir
la calma que vuela dentro de mí.