lunes, 20 de septiembre de 2010

(Velero para dos)

Las casualidades varían
en tamaño,
color
la sorpresa y el brillo
la luz ceguera de lo inesperado,
la grata bienvenida del rostro conocido.

Las tertulias fluyen, misma farulla
aparecen lágrimas de ángeles costeros
en aquel mar de tormentas bruscas
sólidas y carentes de emociones.

Son dos en aquel velero,
ella y él
vale decir, que son uno solo
en cuanto a problemas se trata,
en cuanto a cariño se demuestra,
en cuanto a solucionar lo trágico,
todo pierde sentido
al final.
Es la verdad.

Y cuando el cielo alce los brazos,
sus alaridos de muerte aparecerán.
No existe ese final que esperabas
nunca existió.
El juez interno de la sangre, maldito
golpea el martillo
de la soledad
al ver la desdicha y lo particular
de conocer la verdad,
sólo la verdad.

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