sábado, 10 de abril de 2010

He ahí, pues sólo Dios sabe

Cuesta trabajo recorrer la vieja colina.
La compañía recordada hace sentir bien el viaje.
El sentimiento encontrado a base de roces de brazos.
Te acuerdas cómo era? Como encontrarte con alguien a distancia,
reconocer el rostro y no fingir una sonrisa.
A cual camino uno eligió, terminó en una misma meta.
Te acuerdas cómo terminó? ¿Quién dice que no podemos dar los mismos pasos?
La costa vasta y desierta termina en reflejos del pasado, valles verdosos,
la esquina recordada y los versos cursis entrecortados.
Te acuerdas las últimas palabras?
Oh tú, la que no me dejaste terminar, las palabras resecas en mi lengua parca
de color, nada gris, sólo ténue en sus finales.
Te acuerdas del vasto camino por recorrer?
Gracias por darme la flecha, girar la cabeza y sonreir con tu presencia.
Sí me acuerdo, lo dijiste.
Eso da un nuevo inicio, gracias por acordarte también.
Tormentosas incertidumbres recorren nuestros caminos, no saber lo que pasará,
pero forjar nuestro destino, bajo la luz de la luna.
Veo que te acuerdas, porque estás siguiendo mi camino, y yo el tuyo.

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