sábado, 27 de noviembre de 2010

(Sin título)

Que las llamas negras se vuelvan mi manto,
mi cabina de tortura transforma mi ambiente
como la daga infernal
incrustada en mi corazón de metal.

Que los pozos infinitos reclamen mi respuesta
hacia el Universo creado de pura pena etílica
y convierta mi cuerpo en materia inexistente,
todo gracias a tus sentencias divinas del inframundo sentimental.

Frívolo y seco, el desierto vuelto carne
el horizonte es ahora mi violencia maldita pero necesaria
mis pulmones se llenan de ira
como la cuerda y el cuello, terminó el juego.

Valientes los que prevalecen del suelo sin vida,
ni una lágrima verde se aproxima a tu esencia
sólo la pena que te habla como amiga del alma.
Cae y levántate, vive y después muérete.

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