jueves, 27 de enero de 2011

Es raro contar cuántas piezas caen,
piezas que forman mi corazón, nada rojo
sólo ténue, nunca formal
sólo lágrimas que forman un caudal.

Pertenece a mi alma que siempre llora
siempre sufre, nada termina
sólo empieza lo que siempre termina,
el mismo título que abandona mi fortaleza.

Sólo soy un pichón sin rumbo alguno,
perdí la camada hace muchos ruidos, grandes
las penas que sentí al verme solo
y soltar el espíritu acompañante que volvió a su raíz.

Era inevitable terminar así, como porcelana
suave y firme, pero tonto e iluso
como aquella mujer, lo cantó como batalla campal,
"muere y luego vive, mereces más que verte con ella".

Tengo miedo de caer en pisos y no soltar grito alguno,
ahora le dicen camino fácil, pues
el suelo es gris y mi sangre también
basta soltar un grito y culminar mi sentencia.

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