jueves, 16 de diciembre de 2010

(Extraño: Cuentos de Tristán Ampuero)

De chibolo nunca quise ser astronauta, policía, bombero, o nada de esas huevadas donde te imponen la etiqueta de "persona respetada por la sociedad por su labor". Yo siempre quise recoger la basura que tú siempre tiras, sucio/a de mierda. Porque eso es lo que hago desde que tengo uso de razón y no de compasión, ese algo que siempre me ha tincado el corazón Y TAMBIÉN la cabeza, claro está, lo que es el tener una función en este planeta, mi cuerpo le da uso a la tierra que piso, el cemento creado para mi facilidad a transportarme, siempre recogiendo tu mierda.

Ahora vamos a los hechos. Estoy seguro que nunca quise convertirme en alguien importante para los medios, bien sea por la falta de real interés por mi trabajo o posiblemente sólo sea una mera excusa para acatar las noticias calientes y ganarse algo de sencillo al bolsillo, tal como demuestra nuestro "criollismo" actual, maldita sea.

No sé cómo llegaron hasta acá. Juraba que mi bungalow era exclusivo para escritores afamados por el alcohol y la soledad. El cliché es tan clásico como el Jack Daniels que tengo en mi mano ahora mismo. Aún así tengo la hedionda capacidad de escribir mientras tomo, mientras escucho los flashes de las cámaras que bordean el refugio, mientras el teléfono suena, sabiendo exactamente quien es la persona que llama.

Duilio, mi mejor amigo, era la persona detrás del teléfono, como siempre llamando en el momento equivocado y dando las peores noticias. No sé qué haría sin él y sus augurios de baja calibre, experiencias que me impulsaron a escribir mis primeros libros. Tan sencillo como suena, porque de algo tengo que vivir.

Me considero una persona un tanto promedio. Supo divertirse cuando era joven. Salía con las mujeres mas estúpidas que usted, lector, ni se podría imaginar. Sólo para sentir algo de carne en estas manos que se mueven en este momento. Eso sí, no me arrepiento en lo absoluto. Ellas eran tan efímeras como lo que deseaba ser de grande. Créanme que no era escritor, ya que decidí no estudiar ninguna carrera porque simplemente no se me daba la puta gana de tener un cartón colgado en mi solitaria pared blanca, con un miserable escritorio, un par de condones, algunas revistas científicas que un amigo me dio hace muchos años, entre otras cosas inservibles.

Siento que el trago me está sacando los diablos, aquellos azules y no negros, porque el negro no va conmigo. Siento que he sido purificado con el blanco más extremista que pueda existir en mi interior. No conozco acto alguno que haya empleado como para merecerme ese color infernal. Por eso escribo. Para sentirme más querido conmigo mismo mientras desfloro mis peores enemigos internos.

Ahora que ya me siento un poco ebrio, pero feliz, puedo contestar el teléfono de una buena vez. No ha dejado de sonar.

-¿Aló?
-Tristán, por favor, necesito que vengas a la comisaría. Por tu propio bien, todos acá presentes sabemos que tú no fuiste el artífice de todo esto. Tus manos estarán color rojo escarlata, pero esa es tu sangre, no sangre ajena.
-No puedo manejar bien mis palabras. Siento que caeré dormido en cualquier momento. Igual, es muy tarde. Ya llegó la prensa hasta acá, imagínate. De Lima a Chosica, sólo por querer entrevistar a un presunto asesino en serie. Pero no, sólo quiero descansar en lo que me resta de tiempo como ser humano de cuerpo y alma.
-...Entiendo. Igual seguiré peleando por ti, amigo. Entre nosotros, los muchachos acá están muy preocupados. No les hagas esto, tampoco merezco esto. Te dejo, pero haré lo posible para que la prensa desaparezca del lugar hasta que llegue la policía. No sé cómo, pero lo haré. Adiós.

Por mi cabeza pasaron muchas imágenes de nosotros dos antes de desmayarme por el whisky. Eramos amigos desde los doce años, mismo colegio, misma situación económica y hasta casi el mismo gusto por la música. Mi fiel compañero, no entiendo cómo tengo el atrevimiento de hacerlo sufrir de esta manera. Menos mis fieles compañeros de la calle Providencia, que tanto preguntan por mi salud y preocupados en estos momentos, esperando respuestas en una mierda de comisaría.
(...)

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