miércoles, 20 de julio de 2011

Sé que el iluso tiene mi rostro en su espejo.
La rabia y la culpa rellenan mi pesada tumba.
Si no mencionabas tus fantasmas del pasado,
terminaría postrado en mi lecho de muerte.

Sí bien supe antes que el campo minado lloraba
y sus estrategas eran color escarlata,
mis lágrimas eran perseguidas y terminaron
siendo sonrisas.

Aunque el iluso siempre termina golpeado
en la espalda, la espada
y sus pies terminan siendo concreto de vida,
mi camino es largo por recorrer, lo niego

tan claro como es.

Si el cuerpo ajeno me hace sentir atrevido,
que ahora más ajeno es,
entonces el espejo será digno de reflejar mi rostro
al final.

No hay comentarios: